Historias del bajo vientre

viernes, 7 de diciembre de 2007

Cambio un 'pues' por un 'osea'

Pues sí, osea, estoy en Madrid. En Torrelodones, para ser más concretos. Robándole internet a mi amiga y anfitriona Clara. Con su consentimiento, por supuesto.

Yo también quiero rendir mi particular homenaje a Almudena, torera, amiga y guía espiritual como pocas. Siempre te llevaremos en nuestros corazones y siempre te tendremos presente al comer los fantasticos kiwis que ayudan a construir las historias de bajo vientre que dan título a este blog. Sabemos que el amor es mutuo, así que a ver si renaces, creces y te engordas y le haces una visitilla al cabrón del ex jefe de Fedra.

Lorena, 'cara mia' (o como se escriba). Que gusto da leerte en la distancia. Tienes que demostrar que las españolas ganamos en todo (y si no, es que han hecho trampa). A la Virgen del Pilar se le puede cantar en el idioma que quieran y en el formato que les da la gana, dí que sí. Creo que tu reportaje salía este fin de semana, pero no te preocupes, que Muñoz nos guardará un ejemplar para cada uno. He de decir que sales bellísima y, no sé si por casualidad, el otro tío del reportaje sale también mirando al cielo. Así que pareceis dos apóstatas desafiando a Dios desde la Tierra.

Por ahora hay poco que contar de mi escapadita. Salí a las 13 horas de Logroño y llegué a las 19 horas a Torrelodones. El 75% del tiempo que hubiese invertido en ir al Caribe. Y os preguntareis, ¿por qué tanto? Pues porque volví a recurrir a Continental -esa gran compañía que tiene esos conductores que se pasan por el forro de los.... testículos las normas viales (que por cierto me he estudiado muchas veces). Que dicen que paramos 15 minutos en Soria y después se dan cuenta de que no les da tiempo a tomarse el menú de callos, vino, pan y postre que le tienen preparado en la cafetería (lo fuerte sería que se pudiesen comer todo eso en tan poco tiempo)-. Porque, como siempre, se me escapó un metro en mis narices. Porque después de tener uno de mis múltiples debates bipolares no cogí el cercanías que era (la cosa fue así:
-Gloria1: pone Segovia y pasa a la hora que debería pasar el C8, ese pasa por Torre fijo.
-Gloria2: no la hagas, no te subas a un tren que no sabes a donde cojones va).

Debería haberlo cogido, como debería hacer muchas cosas recomendadas por mi yo aventurera y no hago. Pero finalmente llegué. Y me pusieron a cocinar para la cena de cumpleaños de Clara. Y bebimos, y reimos, y algunos jugaron a la Wii (yo no tomé suficiente alcohol para traspasar la delgada línea que separa el ridículo del éxito).

Hoy hemos estado en el Escorial, donde he hecho muchas fotos con mi cámara compacta y mis malditas opciones manuales (esta es una batalla que voy a ganar, y ella lo sabe). Y ahora estoy aquí, frente al ordenador, mientras mis amigas están un ratico con sus familias.

De lo que me he dado cuenta estos días: Ya no soy de aquí. Tampoco de allí. No siento ser de ningún sitio. Todavía estoy valorando si eso es bueno o malo. En la próxima os lo cuento.

Bicos

Gloria. O no.

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