Historias del bajo vientre

miércoles, 20 de agosto de 2008

Inspiración




No ha sido fácil, pero ha merecido la pena. Madrid-Londres, Londres-Dubai, Dubai-Mascate y de vuelta otra vez. Fedra, dejé el pabellón español bien alto, éramos pocos y ellos unos cobardes. María, no te he traído ninguna piedra porque ahi sólo hay desierto, pero llevo conmigo unos reales omanís preciosos esperando a que vuelvas.


Oriente Medio es inspirador. Puedes estar en el Mall of Emirates de Dubai echando un vistazo a la ropa de Zara (sí Lorena, Amancio es Dios) con cuatro mujeres con burka rebuscando entre las camisetas al lado. Sentada tomando un café puedes escuchar como llaman al rezo mientras cientos de árabes se fotografían con la nieve de una pista como Xanadú pero a lo bestia. Te invitan a descubrir una ciudad construida sobre la nada, sólo con dinero y muy mal gusto. Cimentada, eso sí, en una mano de obra en régimen de semi-esclavitud procedente de India, Pakistán y Filipinas (a quienes no invadimos, sólo invitamos a convertirse al catolicismo). Los porche son como las vespas aquí y definitivamente he descubierto que starbucks nos está invadiendo.


Omán, por el contrario, tiene raíces. Estuve paseando por un zoco tradicional donde éramos los únicos europeos, compré una pasmina para mi madre en una pequeña tiendecita sin luz donde el dueño, un omaní que no entendía cómo iba a regalar una prenda turquesa a una mujer mayor, nos enseñó una especie de fular que costaba 3.000 euros. Muy suavecito, desde luego. Nos adentramos en lo más profundo de la ciudad, con decenas de ojos oscuros y perplejos apuntando a mi pelo rubio.


Y en mitad de mi desconcierto vital encontré a Iker. Sólo tiene dos páginas libres en su pasaporte lleno de sellos. Tiene mil anécdotas que contar porque ha vivido en la mitad del mundo y ha visitado la otra mitad. Dijo que quería montar conmigo en un barquito por las playas de Mascate sin guiris alrededor y buscó un pescador que lo hiciese posible. Sigo sin saber qué quiero hacer, pero él confía en mi para llegar donde me proponga y me transmite esa seguridad. Que bonito, verdad? Pero 6.000 kilómetros son muchos kilómetros.


Oriente Medio es inspirador. Llegar a Logroño y escribir sobre ludotecas municipales es demasiado duro. Algo tendré que hacer.


Gloria

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